
"La última cena" volvió a la vida en 1999 después de una larga restauración que duró 21 años, pero son muy pocos los privilegiados que han podido contemplar el fresco, pintado en una de las paredes de la Sacristía del Bramante, en la Iglesia de Santa María de las Gracias en Milán.
El angosto espacio no permite que entren más de 20 personas a la vez, y se necesita reservar meses antes. Por ello, anualmente contemplan "La última cena" unas 300.000 personas. Además, los visitantes no pueden acercarse a menos de dos metros de distancia del famoso fresco.